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En busca de los caminos de Ejo Takata

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Allá por el año 2000, durante el mes de julio y en plena temporada de lluvias varios miembros de Urasenke de México, que es la escuela oficial, en nuestro país,  para la enseñanza de la ceremonia de té japonesa, fuimos invitados por Olga Campaign a Santa María Ayautla y  a Huautla de Jiménez en la sierra Zongolica para  visitar el  dispensario  médico que se creó siguiendo las indicaciones y propuestas del monje budista Ejo Takata.

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En esa ocasión fuimos Olga, Jonathan Rose, el maestro Soho Higurasi y yo.

Olga como parte de su labor humanitaria, comunitaria y en atención a las enseñanzas del maestro Takata, concretó lo que se convirtió en su momento en un espacio de sanación con métodos naturales, para una comunidad indígena quienes en su momento conocieron a Ejo Takata.

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Para la construcción de este espacio, tiempo atrás, Amparo Espinosa Ruigarcia,  miembro de Urasenke le proporcionó  a Olga,  diecisiete mil pesos para construir el dispensario.

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 Al conocer el lugar comprendí que no fue fácil emprender la labor realizada, porque el lugar   designado estaba localizado en plena sierra, a mitad de un espacio  rodeado de vegetación, pedruscos y una oquedad plana en donde un avecindado de Santa María,  le había donado A Olga  el terreno para que se construyese  una  choza amplia toda hecha de morillos, paredes de varas, piso apisonado y dentro de ella,  dos camas hechas también con troncos delgados y a manera de cama,  carrizo, encima de estos estaba colocado un lienzo de tela indígena, en su orilla un banco de madera para poder subir hacia aquella cama rustica.

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La limpieza del terreno, el chaponeo del mismo, la elaboración de un sendero y la choza en sí,  fueron construidos con el apoyo económico  de Amparo Espinosa  Ruigarcia.

Cuando se ingresaba a la casa mazateca, que era una réplica real, se veían:

Una silla y una  arpilla de madera,  sobre ella un lavamanos y una jarra antigua de peltre azul.

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Frente al espacio de la cama estaba un trastero de madera natural  en cuyas divisiones había frascos  de vidrio, algunos de ellos con puntas de maguey que se utilizaban a manera de agujas para la práctica de la acupuntura.

  En su parte externa adosado estaba una pequeña chocita que se utilizaba para cocinar. Eso era todo.

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Durante nuestra visita al dispensario llegó la señora Emerenciana, quien era la esposa del  que había donado el terreno quien recibió a Olga con alegría y gusto, porque decía que ella y sus pacientes la extrañaban. Ella fue quien con comento haber conocido al señor japonés Takata, y junto con Olga y su esposo salían al valle a la zona de magueyes a recolectar las puntas de maguey para ser utilizados como agujas para el proceso de curación por medio de acupuntura.

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A la pregunta de qué recordaba del maestro Emerenciana  nos comentó:

__Cortábamos las puntas, primero las escogíamos, primero las de punta negra, luego las metíamos en una canasta y cuando llegábamos a mi casa, el maestro ponía agua a  hervir y colocaba las puntas de maguey, apenitas, apenitas,   y luego colaba el agua, ponía las puntas en un trapo y las poníamos a secar al sol, luego el maestro cogía una por una, las limpiaba con un trapo con alcohol y las metía en los frasco y las dejaba listas para ser utilizadas. Cada punta era para cada uno de los pacientes, luego las juntábamos y las quemábamos.__

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Pronto nuestra plática se vio interrumpida con la llegada de varias mujeres que se enteraron de la llegada de Olga y le pidieron la curación.

A indicación de Olga salimos de la choza y seguimos  a Emerenciana,  quien  nos indicó que mientras Olga curaba nosotros comeríamos con su esposo y sus nueras.

En otra parte de la zona escarpada estaba una casa indígena zapoteca que era la casa en la que comeríamos.

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La comida fue motivo de  sorpresa  aunado con extrañeza porque la presentación de la misma era totalmente diferente a lo que teníamos acostumbrado como citadinos.

Lo primeros que nos dieron fue un plato pozolero con un caldo de sabor fuerte acompañado de  guías de chayote. No era el chayote lo que se utilizaba en ese platillos sino que cortaban los extremos de las guías tiernas, luego nos dieron pequeños trozos de carne junto con huevo revuelto aderezados con  una  salsa verde picosa, pero soportable. Luego frijoles…todo esto acompañado con unas enormes tortillas recién salidas del comal. He de mencionar que la comida se realizó en un espacio llamado la cocina de humo, en la que en uno de los rincones estaba un bracero circular de adobe  y piedras negras., que era alimentado por troncos secos, que crepitaban al arrojarlos al fuego.

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Ya para terminar llegó Olga quien se integró en la mesa y le sirvieron de comer.

Como sobremesa comentamos lo visto  hasta ahora y luego llegó el esposo de Emerenciana quien nos indicó que nos llevaría a un lugar en el que el maestro Takata,  había escogido para  construir un temazcal.

Cerca de la choza principal había un espacio plano en el que habían colocado formando un círculo  piedras que serían la base del temazcal indígena.

Nunca lo terminamos, pero lo dejamos así como recuerdo.

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__Luego nos llevó a un arroyuelo y allí nos relató muchos momentos que compartió con el japonés que curaba con puntas de maguey.

El maestro Takata, también nos enseñó  la técnica más adecuada para dar masajes curativos.

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Estos masajes eran previos a la sesión de acupuntura. Porque decía el maestro,  que primero había que limpiar el cuerpo y después curarlo.

Para asearnos,  primero entrabamos al temazcal, en el que sobre las piedras calientes  colocábamos las hierbas curativas y ya después entrabamos a la choza de sanación y allí, con las agujas o con las puntas de maguey nos curaban.

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Hazuki

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De acuerdo a las creencias budistas, el mes de agosto es el mes en que las almas de los muertos regresan a sus antiguas casas en este mundo.

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__Los conceptos religiosos cristianos  difieren en cuanto a la época en que se festeja a los muertos. El mexicanos es un romántico que escogió y gris y frío mes de noviembre para celebrar a sus muertos y lo hace durante  los días uno y dos __.

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En Japón  es en el mes de  agosto cuando se les recuerda, con una reunión especial en casas y sobre todo en jardines, principalmente en los roji de la casa de té.

 Para festejarles por supuesto a los que han  sido invitados sr les prepara una taza de té como parte de la ceremonia.

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En Japón la celebración se lleva a cabo el día  primero del octavo mes, llamado Hassaku no Goshugi y en el calendario aparece Hazuki que es el mes de las hojas.

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Con este motivo a manera de crónica les relataré que el día 2 de agosto de 1997.

Jonathan Rose y su esposa Margarita,  nos invitaron a una reunión especial para  en la  que el invitado principal era el Zensei  Ejo Takata.

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La zangetsu,__casa de té__  de Jonathan está localizado en Tepoztlán, en  el Estado de Morelos.

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Desde el jardín, que es el roji de entrada,  una pared de adobe con sus pequeñas ventanillas enmarcadas con carrizos,  le sirve de marco,  e invitan a penetrar al roji interno,  al que se llega a través de una reja de bambú y de carrizo.

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En la entrada a la izquierda del jardín  esta un pequeño jardín de piedras de rio,  entre las que destacan las matatenas blancas semejando pequeños islotes a mitad de un mar tranquilo, luego otra sección de madera que enmarcan la entrada al espacio para celebrar  la ceremonia de té.

La ceremonia del ofrecimiento y preparación de té la realizo Jonathan, siguiendo las enseñanzas del sensei Soho Higurashi, al frente de los invitadas estaba el maestro Ejo Takata, con una expresión inmutable que observaba cada detalle  el ofrecimiento de la taza de té a cada uno de los invitados.

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Una vez concluida la ceremonia de té, siguieron los comentarios sobre la sencilla belleza del lugar, lo bello de la ceremonia y el encuentro con los amigos condiscípulos del sensei y la elegancia del maestro Takata. Luego fuimos invitados a otro espacio en el que nos fue ofrecida una comida hecha  por Margarita. Después alrededor de la mesa  estuvimos compartiendo la agradable charla con los amigos.

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En una segunda ocasión Jonathan nos invitó a Tepotzotlán,  y esta ocasión comimos en un restaurante localizado frente a la parroquia de Tepotzotlán. Posteriormente fuimos a casa de Margarita, recorrimos su jardín y la entrada a su casita de té.

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En recuerdo a esos gratos momentos en los primeros días del mes de agosto llevo a cabo una sencilla ceremonia, yo preparo  y disfruto mi  té, además  preparo simbólicamente una taza más para el siempre recordado monje budista. Róshi Ello Takata

Ejo Takata y Zaratustra

En mi época de participación en el teatro profesional, ha quedado indeleble en mí, el primer encuentro con el  Sensei Ejo Takata.

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Era el asistente de Rafael López Miarnau en la obra  escrita por Tennessee Williams, El Frágil Equilibrio, y en ella trabajaba Carlos Ancira, quien preparaba la puesta en escena de la obra Así hablaba Zaratustra, dirigida por el chileno Alejandro Jorodowski Predlansky, judío-ucraniano naturalizado francés.

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Al terminar las presentaciones del Frágil Equilibrio, el señor Ancira, me  solicito que le apoyara como traspunte, en la obra que ensayaba, la que se  presentaría igualmente en el Teatro Orientación,  acepté la solicitud  y  me reuní con él.

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Asistí a varios ensayos y en uno de los últimos ensayos previos al estreno de la obra el director nos avisó que se integraría al equipo de actores a  un monje budista zen.

              La notificación fue recibida por todos como una más de sus excentricidades o decisiones absurdas de Jorodowski, y nadie comentó nada.

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              Un día antes del estreno llego el monje budista, lo recibió Jorodowski y lo invito a subir al escenario y allí le hizo varias indicaciones. Luego se inició el último ensayo, pero el monje no permaneció en el escenario, ni en la sala…en un momento casi desapercibido para todos se retiró. Al día siguiente que era el día del estreno, llegó Ejo Takata con un kimono sencillo quien siguiendo las instrucciones del día anterior se dirigió al lugar que le habían asignado. Se puso de rodillas al estilo de meditación japonesa y allí se mantuvo durante la hora cuarenta y cinco minutos en que la función se llevaba a cabo.  

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              Lo que hacía Ejo Takata en escena era meditación zazen, durante el desarrollo de la obra, para mí y supongo que para todos los espectadores lo fue,   la figura estática de aquel monje en escena que era sorprendente y enigmática.  No se movía, nada lo distraía, ni nada parecía molestarlo.

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              Era el primero en llegar, se colocaba en el lugar asignado, previamente había saludado a la usanza japonesa  a Jorodowski,  Ancira alguna vez a Isela Vega y a mí.  Nunca lo escuché hablar…terminaba la obra y se retiraba.

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              Ya no concluí con el desarrollo de las funciones porque Rafael me llamó para ensayar una nueva puesta en escena. No lo volví a  ver sino hasta que inicié mis clases como aprendiz de Ceremonia de Té,  en Urasenke, con el Sen Sei Soho Higurashi.

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              Para ser sincero he de confesar que nunca entendí cabalmente la simbología,  ni el mensaje de la obra de teatro mencionada…eso sí, aprecie la disciplina, la memorización y entonación de los parlamentos, y  constaté la confusión entre los espectadores.

Reflexiones y comentarios  del maestro Róshi Ello Takata

Al llegar a México con un trozo de madera de encino hice un bastón de mando, llamado keysaku* en el que por un lado le escribí. Prueba por ti mismo, yo no puedo regalarte nada. Aprende por ti mismo, yo nada puedo enseñarte. Llega a esa experiencia por ti mismo.

 

La caligrafía del otro lado decía: Aunque se queme la hierba seca en el  invierno, la raíz queda, y cuando llega el viento de primavera, naturalmente, otra vez crece.

 

              Un poco después de que llegue a México, escribí la introducción para el primer libro de los sutras, luego la segunda versión, pero hubo algunos errores o las explicaciones no fueron del todo completas, debido al escaso manejo del español que yo tenía.

 

               Pero después de pasar treinta años de mi vida en México, entendí un poco mejor el sabor del español, y con la experiencia acumulada al enseñar la práctica del zen durante todo ese tiempo, fue como llegar a explicar algo sobre éste, con mayor amplitud.

 

              Al practicar zen, hicimos shikan-taza, lo cual consiste únicamente en sentarse y, sin esperanza alguna respirar. Sin utilizar koan, aunque este aspecto no fue eliminado totalmente de la práctica, pues he planteado en cada practicante la pregunta ¿Qué es Ello?

 

              Desde el momento de sentarse la duda siempre ha estado presente y el hecho de cantar sutras siempre ha sido una confrontación de las experiencias del practicante con el contenido del texto. Muy al principio, utilicé el koan, pero inmediatamente noté que los estudiantes en México eran muy diferentes a los de Japón. Si los mexicanos pasan un koan ganan un ego, si pasan dos koans, ganan dos egos.

 

               Este error generalmente tienen se tiene en las personas que hablan español o inglés y se debe a la preponderancia del hemisferio cerebral izquierdo, encargado de las funciones lógicas y de centrarse en el desarrollo del ego. En Japón cuya cultura está más orientada hacia la contemplación y la percepción intuitiva, el uso del koan no engrandece el ego del estudiante y su empleo es adecuado. En una cultura siempre lógica, el uso del koan es un error, pues en vez de profundizar se obtiene un propósito diferente y el resultado es inverso pues crece el ego del estudiante. Este problema se acentúa más en los europeos, pues los mexicanos principalmente los campesinos manejan cierto equilibrio en los hemisferios cerebrales y por tanto tienen mayor posibilidad de   entender profundamente el concepto de Mu, Ku o Cero. Aunque en México se tienen mayores posibilidades, considero que no se podrá acceder a este conocimiento de una manera rupestre, por lo cual es necesario sentarse y formar parte de un grupo.

 

              Este momento es lo que he escrito hasta ahora. Todavía falta mucho por hacer. Con el paso del tiempo, será necesario agregar un poco cada vez, según las experiencias que se vayan teniendo.

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Comentario:

*Se denomina al Keisaku o Kyosaku a una palo largo y angosto de madera que mide aproximadamente un metro de longitud. Este nombre literalmente significa salir adelante.

Para explicar su significado generalmente se refiere a ejemplificarla por medio de la imagen de una carreta que va por un camino y de repente una de sus ruedas cae en un hoyo, es cuando se utiliza un palo de madera, al que se le aplica una palanca y fuerza para salir adelante, de igual forma cuando algún practicante de zazen__ meditación zen__ se detiene frente a u  obstáculo durante su trabajo interno, será necesario aplicar la vara de madera para sacarlo del hoyo y así poder salir adelante en su proceso.

 

 El maestro es la persona indicada para usar el keisaku o por alguna otra persona autorizada por él y se le denomina jikijitsu.

 

              En el zen Rinzai, por ejemplo, la persona indicada para utilizarlo camina lentamente por el zen-do, frente a cada fila de los practicantes con el keisaku entre sus manos. Se detiene frente a un practicante autorizado, hace gashó, el practicante responde haciendo gashó** también y se queda inclinado para recibir cuatro golpes con la parte plana  del keisaku. Se dan con cierta fuerza en el musculo llamado trapecio. Al golpear se estimulan algunos puntos de acupuntura,  que relajan al practicante y le proporcionan energía para continuar. Al terminar los cuatro golpes, ambos hacen gashó. Este acto, si  se debe de emplear, no debe considerarse por el practicante como un castigo y es necesario tener experiencia en el zazen para aplicarlo correctamente para no lastimar, al practicante.

 

              Además los maestros o el Roshi tienen para esta práctica otro bastón más pequeño, aproximadamente de cuarenta a sesenta centímetros de largo con un extremo plano que es el espacio dedicado con el que el senzei tiene una frase escrita por el maestro que le transmitió la enseñanza, su firma y el linaje al que  pertenecen. A este objeto de madera se le llama kotsu.

 

**Al entrar al zen-do, se hace gashó, que es un saludo al juntar palma con palma a la altura del pecho, inclinándose ligeramente hacia adelante.. El practicante  avanzara hasta su lugar, caminado por la orilla del zen-do, manteniendo las palmas unidas. Al llegar al lugar donde va a sentarse, se detiene, da un pequeño giro de manera que a sus espaldas quede el banquito de meditación o el zafú hace gashó y se sienta rápidamente.

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